PENSAR, ¿PARA QUÉ?
Estamos demasiado acostumbrados a creer de una manera asertiva, y convertimos nuestras creencias en dogmas. Todo, en nuestro ámbito cultural nos enseña a hacerlo así, o cuanto menos nos refuerza a mostrarnos así. No somos nada, no somos nadie, si no exponemos o imponemos nuestras creencias que tomamos por verdades. Se trata de hacerlas oír a los otros y a que no se escuchen otras, a que nadie pueda rebatir las con razones y argumentos que no se quieren escuchar. Se trata de gritar más, de callar al otro, de que no se le oíga. Y esto no es otra cosa que hacer oídos sordos a las razones de los otros si las hubiera, de no tener en cuenta al otro, las tenga o no. Una razón egocéntrica no es razón. La razón es para dársela al otro, no para darnosla a nosotros mismos. Una razón egocéntrica no tiene razón de ser, basta con un narcisismo grosero de creerse en la verdad.
Nuestras opiniones o creencias no valen nada si honradamente no buscamos su justificación con los otros. Justificar significa analizar y fundamentar lo que estoy diciendo, y para ello tengo que buscar tanto puntos a favor como puntos en contra. Hacer otra cosa es hacernos trampas al solitario. Si alguien se cree en la verdad y no la piensa, y en eso le puede ayudar el otro, corre el riesgo de "quedarse con su tema". Una verdad que solo perteneciera a un hombre no sirve de nada, ese hombre no estaría viviendo con otros hombres. Una verdad que solo sea de uno,solo será vivida por ese hombre. Pero si queremos vivir entre hombres tenemos que encontrar verdades que podamos compartir, y es la razón la que nos posibilita encontrarlas. Solo ella nos saca de nuestra vida de ensimismamiento social que lleva en sí misma al malestar social de nuestra vida pública llena de voces, gritos, insultos, faltas de respeto y desprecios; esto es lo contrario que requeriría una sociedad sana.
Respecto a la filosofía, la dejaremos para otro rato...
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