PUNCTUM FILOSÓFICO

¿Las sombras ocultan la luminosa realidad o nos muestra la realidad desde su oscuridad?. Sin oscuridad no puede presentarse la irisada realidad. La sombra es la oscura imagen en un espejo. Toda policromía reflejada es de la oscura realidad. Los colores de la realidad nacen de la oscuridad. La oscuridad de la sombra nos enseña luminosamente la realidad que se muestra oscura en su sombra. La sombra nos ilumina la realidad. Nos la hace reconocer mucho mejor que directamente. Viéndola reflejada no nos petrifica. Pero también, si miráramos la realidad oscura, nos petrificaría como Medusa, clavándonos su mirada. Hay que verla reflejada en sus sombras... Las sombras de la caverna de la Politeia de Platón son el sucedáneo de realidad. La pura realidad produce ceguera en el hombre. Ceguera oscura por un exceso de luz que abrasa la retina  y que requiere que miremos el reflejo de los astros y el sol, pero nunca verlos directamente. O una ceguera blanca como la de Sar

Tú deformas el espacio y el tiempo en el que habito. Quedo atrapado en tu curvatura que ahora es la mía. Un espacio y un tiempo relativo a mi mente que te observa,... que te siente,... que te piensa, ... No importa la distancia, no importa la presencia. Pasado y lejanía también provocan gravedad, deforman mi espacio y mi tiempo, y mi mente gira siempre en torno a ti. ¿Cuánto tiempo hace falta para sentir la gravedad? El tiempo es relativo. ¿Cuánta cercanía? El espacio es relativo, y también es relativa la gravedad que a mi alma afecta tu presencia o ausencia en mi espacio-tiempo.

Georges Didi-Huberman escribe en La imagen mariposa sobre la naturaleza efímera y fascinante de la aparición de una mariposa. Todos recordamos el haber ido detrás de algunas que otras mariposas en nuestra infancia. La mariposa aparecía y desaparecía, o más bien se paraba y repentinamente empezaba a batir sus alas y no nos dejaba apresarla (casi siempre cuando ya pensábamos que ya la teníamos). El intento de capturarla hacía que la dejáramos de ver y la creyéramos perdida para siempre. Por otro lado la idea de Aristóteles de considerar el origen de la filosofía como consecuencia de la admiración. Admiramos aquello que no somos capaces de explicarnos, de comprender, de entender. Así nacen las preguntas filosóficas. Y una vez que surgen, a la par les queremos darlas una respuesta, y lo intentamos hasta la saciedad. El ver una mariposa y querer cazarla cuando somos niños es todo uno. Cuando crecemos, nos contentamos con seguirlas con la mirada si todavía nos queda algo de la curiosida

Hay algo que suena en las palabras calladas y algo que truena en el interior del silencio sonoro. Hay palabras que en el silencio no se oyen, pero lo que no se oye no está vacío... Silencio,... y todas las palabras dentro Torrente de palabras en la mente que a borbotones salen por la boca. Quedan muchas de ellas en la mente. Corriente que no cesa en su arrastre de todo y que nunca se seca. Palabras azoradas que azarosas chocan unas con otras antes de salir de la boca... ¿Quién las pronunció?, ¿tú... o yo? ¿Están en mi mente antes de que salgan por tu boca?, ¿o son escuchadas de tu boca y estallan en mi mente y salen de la mía? ¿Quién las pronunció?, ¿tú... o yo? ¿Las pronunciaron? ¿Nos pronunciaron? Solos, tú y yo, envueltos en esas palabras,  rodeados del mundo solemnemente callado. Todo por decir, cuando lo que en mí mente tengo es para que lo oigas.