DE LOS VUELOS DE LAS PERSONAS...


Jans Jürgen Eysenk nos explica que hay tres aspectos estructurales que pueden definir la personalidad de cada cual. Uno es el relativo a la estabilidad o inestabilidad de la persona, que va de la estabilidad a la neurosis en caso de haber inestabilidad máxima. Otro sería el de la introversión o extraversión y todos los grados intermedios. A su vez pueden relacionarse estas características con la teoría de los temperamentos de Hipócrates. Así tenemos que una persona introvertida e inestable sería la de temperamento melancólico, una introvertida y estable sería flemática, la inestable y extrovertida sería colérica y la estable y extrovertida, sanguínea.
Las melancólicas son pesimistas, reservadas e insociables. Las coléricas son activas, agresivas, influenciables, activas. Las flemáticas son pensativas, calmadas, con autocontrol y pasivas. Y las sanguíneas son sociables, amigables, receptivas y alegres.
Podemos decir que las flemáticas y las sanguíneas se parecen en la forma de alcanzar sus propósitos y en el modo de vivir la forma de alcanzarlos. Ambos grupos tienen la estabilidad en común como rasgo principal. Lo mismo ocurre con las melancólicas y coléricas, pero no precisamente en el estabilidad, sino en la falta de control de sus emociones.
Flemáticas y sanguíneas controlan sus emociones, pero lo hacen de distinto modo.
Hay personas que vuelan cuando se emocionan y las hay que se emocionan cuando vuelan. Las primeras son las flemáticas y las segundas son las sanguíneas.
A las primeras les es necesario estar vivas, son sensibles y pasionales. Atrapan el mundo desde su aparente quietud. Todo lo que tienen por dentro está en ebullición, y desde su estática atalaya observan el mundo desde nervioso y ansioso agitado interior. Las emociones son los vientos que hacen volar sus sentimientos y pensamientos, pero la tranquilidad gobernará su vida.
Las segundas se quedan sin vida sino vuelan, son como las mariposas de las que hablaba Georges Didi-Huberman en La imagen mariposa. Cuando se posan, pueden pasar desapercibidas, se mimetizan con el ambiente, pero si mueven, aunque sea ligeramente sus alas, se hacen notar. Sus colores nos hablan de sus vuelos, y en cuanto vuelven a revolotear se vuelven más bellas si cabe. Sólo muestran sensibilidad y pasión si vuelan. Su porqué no está en posarse, sino en volar. Solo viven cuando vuelan. Sus sentimientos y pensamientos les hace revivir sus vuelos, por eso mueven de vez en cuando sus alas cuando están posadas.
¿Qué le pasaría a las primeras si les diera por volar? Quizás se acabarían convirtiendo en melancólicas, no podrían adaptarse a las situaciones de ingravidez momentánea.
¿Y alas segundas si tuvieran que dejar de volar? Es de suponer, casi sin duda, que se convertirían en coléricas.

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