“SOLO PARA LOCOS, VELADA ANARQUISTA”


Cuando un hombre se siente extraño en una sociedad en la que la vertiginosa velocidad de los acontecimientos y cuya cultura le han llevado a desarrollar un espíritu que se devora a sí mismo, un espíritu que se autofagocita y que lo hace por las consecuencias de la misma Cultura Occidental, por los monstruos de la Razón Occidental, tendrá la necesidad de encontrar un lugar candoroso y hogareño que le dé cobijo.
Después de las guerras, allá por mediados del siglo XX, la voluntad de verdad dejó espíritus en ruinas; los cimientos de la Cultura Occidental fueron naipes y lo que se quiso sostener con ellos dejó a algunos en el vacío, en el nihilismo.
El personaje de Hermann Hesse en El lobo estepario necesita un lugar “Solo para locos”, un teatro mágico con entrada no para cualquiera para una dulce velada anarquista. La cultura Occidental posibilitaba hombres de extraño espíritu. Dentro de una sociedad así, no era fácil encontrar un lugar “solo para locos”, solo para espíritus anormales, no comunes. La normalidad, la mediocridad,... era el lugar para la estabilidad, el equilibrio, la comodidad,... de la placidez del rebaño humano.
Hoy, como mantenía Herbert Marcuse, el desarrollo del capitalismo ha hecho que los mecanismos adormecedores de cualquier atisbo de espiritualidad, se hayan vuelto más sutiles. Las necesidades espirituales se aplacan con mercancías capitalistas generadas en la cadena de producción fabril. Estos productos de la más diversa índole, se convierten en sucedáneos opiáceos para grandes rebaños.
Sentirse solo en la forma de vivir, anormal, alejado del rebaño, puede llevar a ser un lobo dentro de un rebaño, y ese malestar hace que se quiera alejar del mismo. ¿Cómo ser gregario con aquellos con los que se tiene poco en común espiritualmente?

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