APOSTILLA: DE LOS APROBADOS GENERALES Y DE LOS QUE LOS PADECEN


Los hay que hubieran aprobado sin los efectos de las decisiones educativas que se han dado en las circunstancias consabidas. Los hay que no lo hubieran conseguido pero sí en esta situación. Y los hay que ni en aquella ni en ésta lo lograrán. ¿Quiere decir esto que algunos han aprendido y otros no?
Los primeros sea desde una autonomía ya conseguida o en proceso de conseguirse, sea porque sus padres están ejerciendo un buen papel de tutorización, saldrán adelante en cualesquiera circunstancias, necesitando solo reconducciones por nuestra parte. Con los segundos y los terceros, el sistema educativo, y nosotros los profesores desde él, tenemos un papel muy importante de tutorización. No solo es necesaria la reconducción, sino también la motivación. Es la tarea verdaderamente difícil de la docencia. Se trata de que los alumnos aprendan y eso requiere de voluntad y actitud. No se trata de enseñarles. Mostrar es muy fácil. Hacer que lo mostrado se vea relevante para alguien, que pueda suponer una lección o una aprendizaje, es lo difícil.
El aprender o no querer aprender, no se puede combatir insistiendo en enseñar. Si lo que te enseñan no es importante o no se ve como tal, quizá nos esté señalando que el origen de todo fracaso escolar está en no enseñar porque se enseña. Quizás el origen del problema no es que no aprendan lo que se enseña, pues esto es un efecto,  sino que la sociedad, los padres, el sistema educativo, los profesores, no hemos sabido explicar el porqué de lo que se les enseña.
A este problema se une el de ciertas decisiones que conducen la visión de la educación hacía una mirada fija al resultado. En una sociedad en la que lo que más importan son las consecuencias o los resultados, resulta natural mirar la educación desde las calificaciones. Si una decisión política sobre la educación es tal, solamente será juzgada desde el prisma óptico del aprobar o suspender. Y si la decisión se tomara solo para no sumar otro pesar en un hogar, habría caído en un planteamiento utilitarista o pragmático, bastante común a nuestro modo de vivir en todas sus facetas.
Pero si una decisión se toma teniendo en cuenta esto, puede llevar a una visión natural en el discente de que te lo están poniendo fácil, muy fácil. Y cuando te lo ponen fácil es que no confían en ti. Visto desde algunos adultos, se puede entender que a los alumnos les están quitando la dignidad,  y que es una demostración de que no se tiene fe en el sistema educativo, en la enseñanza.
Desde hace tiempo para acá, el sistema educativo pretende que los alumnos sean competentes. Pero poner las cosas fácil no es promover el desarrollo de las competencias y en algunos casos puede suponer más bien, el que se queden en la incompetencia.
Se ha hablado mucho de brecha digital. No hay una brecha digital en todos aquellos que no están siguiendo de manera adecuada este diferente proceso de enseñanza-aprendizaje. No hay una brecha digital que impida que los alumnos no puedan desarrollar las competencias, pues cuantas más dificultades, más demuestran muchos alumnos que son muy competentes (con medios deficientes están trabajando muchos con mayor entusiasmo que los que tienen todos) . La brecha que siempre existió es la que se da en la voluntad. Si los padres, los educadores, el sistema educativo no intentan modificar la apatía que nuestra sociedad padece viviendo y conviviendo con valores de una frivolidad supina, fomentando unos valores que hagan de los alumnos personas que aprendan y que sean competentes, seguiremos en una sociedad de incompetencia digital, matemática, lingüística, científica, de expresión cultural,  y que nos lleve una ser más competentes cívica y socialmente.
Era una gran oportunidad para hacer que los alumnos se sintieran competentes, quizás unos héroes. Sin duda muchos habrán aprovechado esta oportunidad y aquellos que lo hayan hecho y no sean conscientes, está en nuestro papel hacérselo ver.  Todos los alumnos que están aprendiendo, son unos héroes. Cada uno es competente o lo puede ser desde el lugar desde que le ha tocado vivir esta situación. Si no le dejan o no les dejamos demostrar una autonomía en esta situación, no podrán contribuir a la mejora de la sociedad, y nos atreveríamos a decir de la humanidad. ¿Es que no somos capaces de soñar? ¡Dejémosles soñar para qué sean competentes!

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