32. ¿POR QUÉ FOTOGRAFIAR?

Recoge Sunsan Sontag en Sobre la fotografía una reflexión de Hercules Poirot de una obra de Agatha Christie. En ella presenta un procedimiento de deducción natural común en cualquiera de sus casos. El el mismo, señala las razones por las que alguien puede coleccionar o conservar fotografías y ve en una de ellas uno de los axiomas para la inferencia de la conclusión de la resolución de sus pesquisas.

Enumera tres motivos por los que las fotografías se pueden guardar, y podríamos añadir que no son excluyentes. En primer lugar como objeto de recuerdo. La motivación de esta función está en la vanidad. Los que guardan fotografías lo hacen por que "les recuerda ..." En segundo lugar, por sentimentalismo. Y en tercer y último lugar, por odio, para "mantener el deseo de venganza".

Pero, ¿por qué o para qué se hacen fotografías hoy?

Multitud de aplicaciones de redes sociales están basadas en la exposición de fotografías. Las redes sociales se basan en el uso de la fotografía como muestra, como "recuerdo", o mejor como escaparate de la vanidad. ¿Y qué es la vanidad? El no haber encontrado nuestra esencia, nuestra sustancia; el sentirse nada; la necesidad de que la red [social] atrape algo que se te escapa o que no eres capaz de capturar; el intento de ser consustancial a alguien o a algo, de que algo o alguien te haya atrapado o le hayas atrapado; la ausencia de ataduras a algo o con algo; la falta de raíces, del enraizarse en las ramas de algo, en sus manifestaciones como fuentes de nutrición de la sustancia propia.

Por otro lado, el sentimentalismo no es motivo esencial para el espectáculo. Pertenece a lo íntimo. Lo íntimo se guarda, no se muestra. De lo íntimo se hace uso en el recogimiento; es selectivo, no forma parte de las redes sociales. El sentimentalismo forma parte de la sustancia de la persona, solo accesible a uno mismo y a aquellas pesonas que no forman una red con la misma, sino que son consustanciales a la misma.

Las redes sociales pescan todo aquello que uno tira, quedando uno vacío de sentimentalismo íntimo. Las redes sociales son la desustanciación por la hiperaccidentalización de la vida propia. Provocan la vanidad, la pérdida de uno mismo, y provocan que nadie quiera ir más alla del escaparate, provocando probablemente la afirmación de que "más allá no hay nada que merezca la pena".

Los accidentes son fugaces y frugales, pero llamativos y ofuscadores ante lo sustancial.

Vivimos unos tiempos en los que se confunde lo sustencial con lo accidental, lo esencial con lo superfluo. Confundimos el ser con el parecer. Preferimos parecer que ser. Parecer es superficial, no implica poner el alma. Que alguien eché raíces en alma ajena, o que alguien eché raíces en tu alma es dependencia, y no son días, no son tiempos de consustancialidad; son tiempos de libertad, de independencia, de accidentalidad.

6 de mayo de 2021

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