DE LA EDUCACIÓN (O DE LAS COMPETENCIAS INNATAS DEL ALMA)

Evaluar por competencias no es más que evaluar el grado de conciencia que los alumnos tienen de su valor. Evaluar por competencias es evaluar el nivel de inteligencia emocional que tiene cada alumno.

El proceso educativo dura toda la vida. Aprendemos toda la vida. Traicionar esta realidad es traicionar al ser humano es, a lo que somos. Platón en su Politeia  decía que el educador no da la vista al ojo, sino que debe hacer que el ojo mire en la dirección adecuada. Si tomamos como premisa esta afirmación, el educador no transmite la competencia o las competencias a los alumnos, sino que ayuda a estos a que las descubran y sean conscientes de su alcance. Todo conocimiento, todo contenido, todo procedimiento, toda actividad, toda tarea, toda interacción entre los alumnos y entre ellos y el profesor, debe conducir al autodescubrimiento, a la autoconciencia de las potencialidades de cada uno. Los alumnos tienen todo, sólo tienen que descubrirlo.

La mayor satisfacción que pueda tener un educador es la de percatarse de cualquier evolución en es autodescubrimiento de los alumnos. Es como ver como el proceso de desarrollo de una planta cuando en los estudios primarios se sembraba una legumbre en un vaso con algodón humedecido. El educador interviene en el crecimiento del alumno aportando solo lo necesario para su crecimiento, proporciona el agua, la semilla ya lleva en sí la ley de su propio desarrollo. Labor humilde pero hermosa, pues es espectador privilegiado del crecimiento de las personas.

¿Por qué cuando les veo

me entran ganas de llorar?

¿Por qué esas lágrimas del alma

no son de pena, sufrimiento, tristeza?

Porque se encuentran en todo

ese proceso de conocimiento de su

 espíritu que devendrá

exudación lacrimal como la mía

cuando se encuentren en mi tiempo.

Las lágrimas no vienen si

uno no se ha hidratado previamente...